
Cuando una mujer que ha sufrido abusos sexuales en la infancia se queda embarazada, los recuerdos de su propia infancia suelen salir a la superficie. Algunas madres pueden sentir miedo ante un posible embarazo por el hecho de estar llevando a su hijo/a a una vida de dolor y sufrimiento, sobre todo si el abusador forma parte del núcleo familiar. Tienen dudas sobre si continuar con el embarazo por miedo a no ser capaces de mantener al bebé a salvo o exponerlo a los peligros que tuvieron que enfrentar cuando eran niñas, sintiéndose indefensas e incapaces de controlar su propio destino.
Algunas supervivientes creen que están dañadas en su interior. Sienten que su cuerpo no funciona bien, como si el abusador hubiese roto algo, y a medida que el embarazo va avanzando, las molestias comunes tales como fatiga, nauseas, dolores en las articulaciones, dolor de espalda, contracciones de Braxton Hicks, insomnio, ardor de estómago, estreñimiento, etc. pueden causarles una gran ansiedad. El cuerpo de una superviviente ha sufrido mucho dolor, y pueden percibir estos síntomas como una prueba de que ellas no son normales.
En el caso de que existan dificultades para concebir, puede ser devastador, sobre todo si la mujer ha de someterse a los procedimientos invasivos de un tratamiento de fertilidad, que pueden ser especialmente humillantes y aumentar los sentimientos de culpa y vergüenza.
También se puede dar negación o rechazo ante el embarazo porque la sola idea de estar embarazada puede ser horrorosa. Algunas mujeres intentan ocultarlo con ropa suelta y comiendo poco para evitar subir de peso. Otras pueden pasar meses de gestación sin darse cuenta y dar a luz a sus bebés sin previo aviso. Esto puede ocurrir con adolescentes o mujeres jóvenes que se han disociado completamente de cualquier conocimiento de sus embarazos como consecuencia del abuso sexual y han adormecido sus sensaciones corporales, incluido el dolor, los movimientos fetales y las contracciones.
Los esfuerzos para cuidarse mejor durante el embarazo, como dejar de fumar, el alcohol y las drogas, también pueden causar estrés inesperado. A menudo estos hábitos han servido para proteger a las supervivientes de sentimientos intrusivos y para aliviar la tensión interna que acompaña a una historia de abuso pero, al detenerlos, pueden resurgir los recuerdos y sentimientos, causando una ansiedad inesperada.
A veces puede darse una fuerte preferencia de género o la madre puede sentir ansiedad sobre la posibilidad de amar a un bebé del «género equivocado» o tener la sensación de que su cuerpo está «invadido» por el bebé. También puede sentir que su hijo/a no estará a salvo, así como ella misma no había estado a salvo, o puede que no soporte la idea de un feto masculino dentro de ella asociando su género con el abusador. Algunas supervivientes de abuso eligen convertirse en madres solteras porque no quieren que un hombre se involucre con su bebé e incluso optan por medios de concepción alternativos al coito o adoptan un niño/a para evitar los problemas relacionados con el embarazo.
Para las supervivientes, los procedimientos invasivos como los exámenes vaginales y las extracciones de sangre, pueden recordarles las violaciones de su niñez. Muchas mujeres necesitan ayuda para distinguir las pruebas que promueven la salud de la invasión que sufrieron con el abuso y la falta de respeto por sus límites corporales. Hay que tener en cuenta que muchas supervivientes han aprendido a ser fuertes, independientes y “tener el control” como una forma de protegerse de las circunstancias bajo las cuales ocurrió su abuso, cuando se sintieron débiles, dependientes, indefensas y fuera de control. Sin embargo, durante el embarazo se experimenta una mayor dependencia, disminución de las capacidades físicas y la sensación tener el cuerpo fuera de control.
En este sentido, algunas madres se sienten intimidadas por el personal sanitario. El ginecólogo/a puede representar la autoridad, el poder y el control, identificándolo con el abusador/a. La mujer puede percibir que el personal sanitario puede hacerle cosas a su cuerpo que ella percibe como dolorosas o humillantes, tal y como lo hizo la persona que abusó de ellas. Muchas evitan la atención médica o se presentan a los controles prenatales en avanzado estado de gestación. Otras son extremadamente pasivas: no solicitan información y no informan al médico sobre condiciones preexistentes o sus inquietudes. Se sienten invisibles o sin importancia, tal como se sintieron cuando fueron victimizadas. Algunas se sienten dependientes del ginecólogo/a, experimentando rechazo o abandono cuando éste parece no estar disponible para ellas. Otras sienten desconfianza ante las figuras de autoridad, y lo manifiestan a través de la ira y la necesidad de mantener el control, ya que la pérdida de control se asocia con ser herida, mientras que mantenerlo significa estar segura.
Es muy importante que los profesionales de la salud tengan especial cuidado con las mujeres supervivientes de abuso sexual infantil, pero, ¿Como podemos ayudarlas a que vivan el embarazo experiencia de la forma mas plena posible? Dependerá de cada caso concreto. Muchas mujeres que han tenido complicaciones en el embarazo no se dan cuenta hasta años mas tarde, generalmente mientras están en terapia, otras transitan la maternidad sin ningún efecto aparente de abuso y otras, temiendo que los efectos del abuso puedan afectar a su maternidad, buscan asesoramiento cuando se quedan embarazadas.
El embarazo puede hacer que los efectos del abuso vuelvan a resurgir. Un tratamiento respetuoso individualizado es una forma de evitar la retraumatización y promover la curación. Si la mujer se siente segura, escuchada y validada, comprende el significado emocional de lo que le ocurre, dispone de una buena red social y las herramientas necesarias para tomar decisiones informadas, puede participar activamente en su maternidad. Si se reconocen y manejan adecuadamente estos aspectos, hay un gran potencial para la curación.
Simkin, P.T, Klaus, P. (2009) «When Survivors Give Birth. Understanding and Healing the Effects of Early Sexual Abuse on Childbearing Women». Classic Day Publishing. Seattle.