La teoría del apego: De Bowlby a la actualidad.

John Bowlby definió el apego como el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres o cuidadores principales y que le proporciona la seguridad necesaria para el desarrollo de la personalidad.

Su principal aportación fue el reconocimiento de la necesidad biológica del niño de establecer un vínculo de apego con su cuidador, ya que necesita su proximidad física, no solo para su seguridad emocional , sino también para su supervivencia.

Bowlby se dio cuenta de que la proximidad física se refería a la disponibilidad del cuidador, de manera que la finalidad de la conducta de apego no solo estaba encaminada a la protección del peligro presente, sino a la tranquilidad de sentir su continua disponibilidad, ya que podemos estar al mismo tiempo físicamente presentes pero emocionalmente ausentes. Este era el factor más importante: la valoración que el niño tenía sobre la disponibilidad del cuidador. De esta manera, para facilitar un desarrollo sano, el bebé y el niño tenían que experimentar una relación cálida, íntima y continua con su madre en la que ambos encuentren satisfacción y gozo.

El objetivo principal no es la regulación de la distancia, sino la «seguridad sentida» como un estado que no depende solo de la conducta del cuidador, sino también de la experiencia interna del niño. Esta proximidad física tan necesaria para la supervivencia del bebé, puede ser sentida como una necesidad emocional en años posteriores de la infancia y la edad adulta. El apego se ha de entender como una necesidad humana continua, no como una dependencia infantil que dejamos atrás al crecer.

Posteriormente, otros autores han hecho aportaciones a la teoría del apego. Mary Ainsworth identificó los diferentes tipos de interacción madre-hijo que con más probabilidad producían un apego seguro y las diferentes variedades de apego inseguro. Observó que la clave de la seguridad residía en los patrones de comunicación entre el niño y su cuidador.

Su principal aportación fue la detección de tres patrones de apego diferentes durante el experimento de la «situación extraña» que asoció con un modelo de interacción entre la madre y el hijo.

La “Situación Extraña” es un procedimiento observacional donde madre e hijo se encuentran en una habitación que no les resulta familiar. Pasado un tiempo de interacción entre los dos, se hace una señal a la madre para que salga de la habitación, dejando solo al niño y observando su conducta.

Los niños con apego seguro expresaban claramente su necesidad de consuelo después de separarse de su madre y expresaban alivio y tranquilidad cuando se volvían a encontrar. El niño tiene confianza en que su madre siempre estará ahí para él y la madre es capaz de interpretar las pistas no verbales del niño, reaccionando en consecuencia. Se establece una comunicación empática en la que la madre comprende lo que siente el niño y es capaz de atender sus necesidades.

Los niños con apego inseguro no pueden expresar la angustia que experimentan mediante la aceleración del pulso y el aumento de los niveles de cortisol después de la separación. El niño no tiene la confianza de que su madre siempre estará ahí para él. Cuando vuelven a encontrarse con ella, no pueden expresar su necesidad de alivio ni su deseo de proximidad. Parecen ajenos a las muestras de afecto de la madre.

Los niños con apego ambivalente transmiten preocupación por la disponibilidad de la madre. Sienten muchísima angustia cuando se va y casi no sienten alivio cuando vuelve.

Los niños se adaptan al carácter de sus cuidadores para desarrollar apego. Las madres de los niños con apego seguro son sensibles y receptivas, variando su conducta en función de las necesidades del bebé.

Las madres de bebés con apego inseguro se muestran poco accesibles emocionalmente e incómodas con el contacto físico. Tienden a retraerse cuando los niños se muestran tristes. Para estos niños, inhibir la comunicación es un principio adaptativo para evitar el enfado o rechazo materno.

Las madres de bebés ambivalentes no son siempre receptivas a las señales y tienen una disponibilidad emocional imprevisible. Para los niños es adaptativo comunicar sus necesidades de apego de manera persistente como garantía de la continuidad de la atención materna.

Mary Main descubrió un patrón de vínculo que anteriormente había pasado desapercibido: el apego desorganizado. Para Main, el vínculo desorganizado se produce cuando la figura de vínculo se percibe como fuente de peligro, de manera que el niño se encuentra dividido entre los impulsos de aproximación y de evitación. Es una postura insostenible que no deja escapatoria a un niño que depende de sus padres para sobrevivir. Main sugirió que el vínculo desorganizado podía surgir de la interacción con padres que resultan aterradores, o que están disociados.

Investigó la manera en que la mente codifica las primeras experiencias de apego y como se preservan durante el resto de la infancia y la edad adulta. Quería observar las reacciones interiorizadas de que tienen que ver con la historia de apego del individuo y para ello creó la «Entrevista de apego adulto» que consiste en una serie de preguntas que dirigen la atención hacia recuerdos relacionados con el apego. Se pide una descripción general del apego con los progenitores durante la infancia y posteriormente se escogen cinco objetivos o frases que describan la relación con el padre y la madre de las que se han de dar ejemplos con recuerdos concretos. Esta entrevista es una herramienta muy poderosa para evaluar el apego en la edad adulta.

Main observó una correlación entre la conducta del niño con su progenitor en la «Situación extraña» a los doce meses y la estructura de su mundo interno cinco años después. También encontró una correlación intergeneracional entre la conducta del niño en la «Situación extraña» y el estado anímico respecto al vínculo del padre o la madre Estos descubrimientos permitieron que Main desarrollase el concepto de modelo funcional interno que formuló Bowlby. Las reglas que interiorizamos en nuestros primeros vínculos surgen de nuestra experiencia, de aquello que funciona en relación a determinadas figuras de apego. Estas reglas iniciales generan con el tiempo una estrategia representacional que determina el acceso a los sentimientos, deseos y recuerdos asociados. De esta manera, los modelos de apego desarrollados inicialmente, tienen tendencia a perpetuarse en el tiempo mediante patrones de conciencia, experiencia afectiva y conducta. Los patrones de apego tienen propensión a persistir a través de generaciones, de manera que la clasificación de los padres en la entrevista de apego adulto predice la clasificación de los hijos en la situación extraña.

Peter Fonagy describió como la función reflexiva nos habilita para responder ante nuestra experiencia no solo a partir de la conducta observada, sino también de los estados mentales subyacentes que le dan significado. Para evaluar la capacidad mentalizadora del individuo, Fonagy y sus colaboradores idearon la «Escala de funcionamiento reflexivo». Una fuerte capacidad refexiva puede romper el ciclo de desventaja que puede inducir a los padres con historias de vínculo adversas a criar a hijos inseguros. La capacidad de mentalización es un factor protector que atenúa el impacto de una experiencia temprana difícil y disminuye la probabilidad de la transmisión intergeneracional de la inseguridad.

La teoría del apego continúa vigente en la actualidad, ampliando su ámbito a las relaciones adultas. Estudios recientes muestran que los patrones de apego establecidos en la infancia tienden a repetirse en las relaciones futuras y pueden facilitar o dificultar las relaciones de pareja.

Bowlby, J. (1988) “A Secure Base. Clinical Applications of Attachment Theory”. New York: Routledge.

Ainsworth, M., Blehart, M., Waters, E. & Wall, S. (1978) “Patterns of       Attachment. A Psychological Study of the Strange Situation”. New York: Psychology Press.

Fonagy, P., Gergely, G., Jurist, E. & Target, M. (2004) “Affect Regulation, Mentalization and the Development of the Self”.  London: Karnak Books.

George, C., Kaplan, N. & Main, M. (1996) “Adult Attachment Interview”. (Unpubished manuscrit). Department of Psychology. University of California.

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