
Conforme el embarazo avanza, el cerebro de la madre se va transformando, preparándose para el cambio que conlleva cuidar a un recién nacido.
John Bowlby definió el apego como el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres o cuidadores principales y que le proporciona la seguridad necesaria para el desarrollo de la personalidad. Su principal aportación fue el reconocimiento de la necesidad biológica del niño de establecer un vínculo de apego con su cuidador, ya que necesita su proximidad física, no solo para su seguridad emocional, sino también para su supervivencia.
El vínculo entre madre e hijo es la relación cálida e íntima que se establece entre el bebé y su madre. Su función es proteger al bebé y garantizar su supervivencia.
El embarazo se caracteriza por una creciente sensibilidad emocional y la necesidad de revisar y comprender los vínculos primarios para poder vincularse con el recién nacido.
Monique Bydlowski, es va referir a la transparencia psíquica com el resorgiment de records del passat de l’inconscient a la consciència. Si la infancia fué feliz, el recuerdo permite imaginar como será la infancia del bebé que está en camino, pero si la infancia fue traumática, ya sea por abuso, abandono o negligencia, puede dar lugar a angustia, depresión o incluso puede llevar a la madre a la interrupción voluntaria del embarazo.
La transparencia psíquica del embarazo conlleva una reactivación de procesos psicológicos anteriores no resueltos y puede llevar a una reagudización de duelos anteriores pendientes.
A partir del segundo trimestre de embarazo, los movimientos del bebé son un estímulo proyectivo a través del cual las madres elaboran las fantasías derivadas de la relación con su propia madre (representaciones maternas). La dificultad para elaborar una representación de función parental durante el embarazo es un indicador de riesgo perinatal por una ausencia de modelo maternal con el que la mujer se puede identificar.
El vínculo empieza a formarse en el embarazo, y uede verse afectado por factores interpersonales y ambientale como la calidad de la relacion de pareja, el apoyo social, la presencia de estresores, la dinámica intrapsíquica cobre como se concibe el bebé y la manera en que la madre fué criada por sus propios padres.
La diferencia entre padres abusados que eran capaces de superar sus traumas y tratar bien a sus bebés y los que repetían el trauma está en la capacidad de recordar el dolor y no utilizar defensas como la evitación, la negación, la represión o la desconexión (Frauberg, Anderson & Shapiro, 1980).
Si la embarazada tuvo una infancia muy dolorosa o una vida difícil, es probable que viva el embarazo con mucha angustia o no pueda apenas imaginar a su bebé. Sostener a la futura madre es crucial, tanto por parte del padre como de la familia y los profesionales sanitarios. En este sentido, un psicólogo/a perinatal puede ser de gran ayuda.